miércoles, 27 de octubre de 2010

Preludio de un final esperado.....

Esta es mi historia…algunos me comprenderán. Otros quizás no. Pero, creo que llega un determinado momento en  que todos se preguntan lo mismo….” ¿qué será de mi?”Y más allá de que  sé cual es mi trágico final, queda en mi haber la alegría de los tiempos vividos. Esas épocas que, con una inmensa nostalgia, recuerdo ya que hicieron que conociera emociones de las que no creí jamás que existirían.
¡Pensar que a los ojos de los demás soy un simple teléfono!
¡Cómo me enoja que me consideren sólo un objeto para comunicarse! Noto en este prejuicio una mirada de menosprecio. Si supieran las cosas que viví,¡¡¡ las cosas que sé!!!Me mirarían de otra manera. Todos deberían cuidarse de mí…. ¿¿¿No les parece???
Ya sé…. Todos se preguntaran si estoy bien, si no perdí mi cordura… yo les digo que no se preocupen. Que no hay nada más lindo que poder sentirme libre... ¡¡¡si, libre por fin!!! Esa libertad tan esperada  después de tanto escuchar, querer  hablar, aconsejar…
Decir ¡basta!, basta a esas inagotables horas de charlas, de palabras sin sentido como  cuando alguien no quiere cortar para no sentirse lejos de la persona a la que llamó y así tener la ilusión de que  la distancia es como el viento, que el amor todo lo puede y cumplir ese deseo aunque sea  unidos por el hilo invisible que los ata  en cada charla.
También están los otros...los que me usaron para descargar sus broncas pronunciando un torrente de palabras llenas de menosprecio, imbecilidad y nada de respeto por la persona que estaba al otro lado de la línea.
Y para qué revolver mis recuerdos y así encontrar los inescrupulosos que con tal de conseguir satisfacer sus deseos no paran de timar sin importarles las consecuencias y el sufrimiento que una palabra puede causar.
Pero lo principal, creo,  es contarles desde el comienzo mi historia, así ustedes me van a comprender mejor.
Fue un amor a primera vista .Cuando ellos entraron a la tienda, no dejaban de mirarme; pero era  muy costoso, no me podían comprar. Cuando creía que mi ilusión se iba apagando, se decidieron.
En el camino, no dejaba de imaginarme como seria mi nueva vida allí, ¿habría niños? ¿Serian ellos dos solos?, ¿Me colocarían cerca de una ventana?, ¿Cómo seria la vista? Espero que no se olviden que desde que nací estoy mirando por un enorme ventanal de vidrio. ¡Qué nervios! Y al mismo tiempo  qué  felicidad... Por fin tendría una verdadera amistad, una verdadera compañía.  Porque,  obvio,  las personas que me rodeaban me alababan sólo para poder deshacerse de mí.
Cuando llegué, nada era como lo imaginé. Entendí que no todo era moderno, lujoso, valioso y lleno de resplandor como lo que estaba acostumbrado a ver. Angustia es la mejor palabra que define lo que sentí. Calles de tierra, desamparo económico, apatía  social. Casitas construidas de manera muy precaria se esparcían por todos lados, como si no hubiera más tierra en donde construir. Nunca creí que existiera tanta pobreza, ¿Cómo nadie se puede acordar de ellos? ¿Cómo nadie hace nada? ¡¡¡Por favor!!! No puede haber tanto olvido por parte de los demás, tanto abandono por parte de ese sector de la sociedad que si puede hacer algo.
Pero esa angustia duró muy poco. Cuando llegué, vi un montón de gente que estaba esperando, era  para recibirme... y claro…era el primer teléfono del barrio.
¡Cómo olvidar ese momento! Se abría conmigo una puerta hacia el primer mundo. Ya no estarían tan incomunicados ni tan lejos, ni tan solos...
Fue mucho, y muy rico en experiencias, lo vivido al lado de esta familia tan llena de valores morales insertada en un barrio de características no tanto.
Si me tuviera que detener a contarles podría hacerlo en una historia de impensado número de capítulos o en una película de encuentros, desencuentros, amor, pasión, furia, idas, vueltas, alegrías, tristezas y todo lo que se les ocurra que puede pasar alrededor de un teléfono, único en el barrio, que es usado por tantas personas diferentes .Cada una con su vida, su historia, sus “dimes y diretes”...
Creo que a esta altura  ya habrán comprendido más o menos lo que he vivido y como sé que puedo resultar tedioso y aburrido me despido de ustedes contándoles este breve relato y así compartir una de las millares de historias que podría contarles.
Claro, que ésta no es una historia común.
Es el relato de mi melancólico final...
Vinieron unos hombres  a revisarme.  Dijeron que muy pronto no serviría más.  Me siento  mal, creo que estoy descompuesto. Me invade una ira inexplicable…cómo sentirme si todavía quedan muchas cosas que contar, muchas que decir... pero... ya sé que no será a través de mi, por que al igual que mis dueños, como todo lo viejo, voy a terminar olvidado en algún rincón, solo y abandonado.
Es hoy un gris domingo, de un mes que ni recuerdo,...una fría llovizna cae sobre las calles que ya no son de tierra sino de empedrado...
Mil recuerdos pasan por mí en un torbellino imparable, impensable...
Cada vez estoy más descompuesto...el detalle principal es que se entrecortan las palabras, es una guerra entre lo que soy y lo que quisiera ser...
Pero bueno, todo pasa, todo llega. Lo esencial es haber cumplido la misión que he tenido.
No quiero pensar que seguramente mis días llegaran a su fin tirado en ese horrible lugar oscuro y olvidado donde todo va a parar en esta casa. Allá atrás...debajo de la churrasquera...con los cientos de objetos, que un día fueron útiles, y hoy yacen oxidados esperando un mejor final.
No sé más que contarles...todo se torna confuso...entretejido...enmarañado...
...Fui tan vital...tan señorial y solemne...
...Tan loco... enamorado...bravío...dulce...gritón...
No sé qué más contarles...
Así es la vida.
Sólo un sueño...
Y en sueño termina...